martes, noviembre 30, 2010

el peso de la memoria

La fiesta de cumpleaños de mi hermana fue probablemente concebida para concentrar todas las molestias de los cumpleaños en una sola ocasión, así que se hizo a lo grande: tartas, globos, regalos, juegos y una multitud de niños inédita en casa. Cada niño escogía un globo, que dentro llevaba un papel con un número escrito. A cada número le correspondía un regalo. La variedad de regalos disponibles era enorme: desde una armónica, hasta una goma de borrar.
A mí me tocó la armónica. El problema era que ya tenía una. ¿Para qué quería yo dos armónicas? Naturalmente, protesté. Mi padre propuso que se lo cambiara a cualquiera que estuviera de acuerdo con el trueque y explicó brevemente la situación en voz alta. Un montón de manos de niños me rodearon. Cada una sostenía un objeto. Mi hermana me decía "Víctor, coge la baraja de Spiderman, para que juguemos los dos", pero había un lápiz amarillo y negro, nuevecito, con la punta tan afilada...
 Mi hermana se enfadó bastante, y yo me pasé el resto de la fiesta tirado entre los pies de los demás, haciendo garabatos en los sobres de los números. Lo decepcionante fue que la punta del lápiz no duró afilada mucho tiempo.
Unos veinticinco años después, dispuesto a liberarme de la culpa, le regalé a mi hermana una baraja de Spiderman. Me costó un huevo encontrarla. Y mi hermana desenvolvió el regalo, y con cara de sorpresa me preguntó:
-¿Y esto?
¿Cómo iba yo a saber que la culpa había prescrito?

sábado, noviembre 20, 2010

Huevos: oferta y demanda.

VOZ DE ALVY: ...y me acordé de aquel viejo chiste, ya saben, el del tipo que va a ver al psiquiatra y le dice: "Doctor, mi hermano se ha vuelto loco. Se cree que es una gallina". Y el médico le contesta: "Bueno, ¿y por qué no hace para que lo encierren?". Y el tipo le replica: "Lo haría pero es que necesito los huevos". 
En fin, yo creo que eso expresa muy bien lo que siento acerca de las relaciones entre las personas. ¿Saben? Son completamente irracionales, disparatadas, absurdas y... pero, ah, creo que las seguimos manteniendo porque, ah, la mayor parte de nosotros necesitamos los huevos.
Annie Hall
Woody Allen
Fábula Tusquets Editores
Barcelona 1999

lunes, noviembre 15, 2010

Contar hasta cien

Mi hermana y yo vamos en el asiento de atrás del coche, por una de esas carreteritas sin carriles dibujados que recorren los alrededores del pueblo. Los campos de cereales verdean al sol, y por algún motivo le preguntamos a mi padre si cien es mucho.
 -Depende ¿Cien qué?
 -Sólo cien; ¿es mucho?
 -Pues son cien números.
 ¿Tú sabes contar hasta cien?
 -Claro.
 -Cuenta hasta cien.
Mi padre cuenta pacientemente hasta cien, mientras nosotros permanecemos en silencio, escuchando los cien números, uno por uno, y me pregunto si algún día yo también los sabré todos y, sobre todo, hasta dónde puede contar mi padre. Seguro que mucho pero, ¿hasta dónde?

¿Hasta dónde se puede contar?

domingo, noviembre 07, 2010

Imperativo del consejo a Áryuna

- ¿Qué haces?
- ¡Oh!... Pienso...
- Yo también pienso alguna vez, pero no basta solamente con pensar. El pensamiento solo no existe. Dime: ¿se puede únicamente pensar?
- No, no se puede... "La vida es lo que hay que hacer" y no podemos eludir el quehacer de la vida. Es terrible pero es innegable: el hombre cuyo quehacer fuera ser un asesino tiene que serlo. El destino es precisamente lo que no se elige... somos ese personaje programado que necesita realizarse.
- No me comprendes. ¡Contéstame!: Si alguien se te acercara y no tuviese más que este revólver, y no hubiese otra solución para él más que disparárselo en la boca, o venderlo para liberarse del hambre, dime, tú ¿qué harías?
- ¡...! ¿Quieres realmente venderlo?
- No tengo más que el revólver y el hambre.
- No puedo darte más...
Tomó el dinero... metió el revólver en uno de los bolsillos de Víctor Ramos y huyó sin decir palabra, ni siquiera dar las gracias. El tacón de una bota gemía sordamente a cada paso sobre el húmedo empedrado... visto de lejos, causaba una gran piedad.
Aunque Víctor Ramos había procurado no pensar en ello, la forzada compra de la mañana le había inquietado. Por la noche, después de un día horriblemente igual a los demás, -haciendo la historieta de "Romance" que día por día y durante veintidós años venía realizando- sacó el revólver del fondo del bolsillo de su abrigo. Cuando lo tuvo ante sí comprendió que un enemigo había entrado en su casa.
Nova-2
Luís García
Ediciones Glenat
Barcelona 2004